Había pensado titular este post «Aborto sin discriminación de género«, pero me he dado cuenta de que quedaría mejor, pero no sería cierto. Para que haya género, en la ideología de género, debe haber construcción personal de identidad, y es evidente que antes de nacer uno no puede construir nada. Por tanto digamos que antes de una cierta madurez uno tiene sexo pero no género.
El 17 de julio publicaba el Dayli News que «Doce médicos indios han sido suspendidos por la presunta realización de pruebas prenatales de sexo«. Se trata de una práctica prohibida para detener el aborto de fetos del sexo femenino que en un estudio publicado el año pasado en la revista The Lancet fijó en 7,1 millones menos de niñas que de niños hasta la edad de seis años. Esta diferencia habría crecido en un millón durante la última década.
La paradoja está en que el motivo de la condena sea querer detectar el sexo del niño. Esto parece suponer que si se abortan igual número de chicos que de chicas, desaparece el motivo de la repulsa.
Es cierto que un desequilibrio entre el número de hombres y de mujeres puede ser causa de un cierto malestar social, pero no parece que la sociedad pueda obligar a que una mujer tenga que llevar adelante un embarazo de un bebé hembra y sin embargo que pueda abortarlo si es varón.
La mujer india a la vista de la falta de igualdad entre los hombres y las mujeres puede pensar que no va a dar la calidad de vida que querría para su hija, y por tanto que no le compensa nacer y que es mejor abortar. Entra dentro de la argumentación que se hace habitualmente manejando los conceptos de calidad de vida y de autonomía de las mujeres.
Por eso me parece enternecedor que unas niñas porten carteles con el «don’t kill me mummy«, o el «she is the creater of the world… don’t destroy her…«. Estoy de acuerdo con ellas, pero o protegemos al bebé sea hombre o mujer, o tiene poca consistencia cualquier otra argumentación
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