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Pedofilia y «orientación sexual»

mafaldabastaEl pasado 14 de febrero, con motivo del proyecto de ley C-54, referido a las penas de los que atacan sexualmente a los niños, tuvo lugar en el parlamento de Otawa una discusión cruzadas acerca de la pedofilia.

La razón de fondo del debate fue la conveniencia o no de aceptar la pedofilia como «una orientación sexual».

Uno de los expertos llamado Van Gijseghem afirmó:»Los pedófilos no son simplemente personas que cada tanto cometen un pequeño delito, sino que más bien están aferrándose a lo que es equivalente a una orientación sexual, así­ como otro individuo puede estar aferrándose a la heterosexualidad o inclusive a la homosexualidad».»Los verdaderos pedófilos tienen preferencia exclusiva por los niños, que es lo mismo que tener una orientación sexual. No se puede cambiar la orientación sexual de una persona», pero agregó: «Sin embargo, él puede mantener la abstinencia».

El parlamentario Marc Lemay, del Bloque de Quebec, desafió la definición de Van Gijseghem. «En en este Dí­a de San Valentí­n tengo que admitir que no esperaba estar hablando sobre este tipo inapropiado de amor. En realidad, no es amor, más tiene que ver con la violencia y el control. Estoy preocupado, profesor Van Gijseghem»¦ porque usted dice, si no estoy equivocado, que la pedofilia es una orientación sexual».

«Eso es lo que dije», continuó diciendo Van Gijseghem.

Lemay continuó el punto, preguntando si, en consecuencia, deberí­a «ser comparada con la homosexualidad».

«Sí­, o con la heterosexualidad», respondió Van Gijseghem. «Si, por ejemplo, usted estuviera viviendo en una sociedad donde la heterosexualidad esté proscrita o prohibida, y le dijeran que usted tiene que hacer terapia para cambiar su orientación sexual, probablemente usted diga que es una locura. En otras palabras, usted no aceptarí­a eso en absoluto. Utilizo esta analogí­a para decir que, por cierto que sí­, los pedófilos no cambian su orientación sexual».

Durante su testimonio, Quinsey, profesor emérito de psicologí­a en la Universidad de Queen, dijo que «los intereses sexuales» de los pedófilos «prefieren los niños pre-púberes». Dijo que «no hay evidencia que esta especie de preferencia pueda ser cambiada a través de un tratamiento o a través de alguna otra cosa».

Como ocurrió en el caso del partido holandés partidario de la pederastia, o con las propuestas sociales de bajar la edad para que no se considerase pederastia, las relaciones sexuales con niños se enfrentan a una imagen cultural que las califica de malas, y, por eso, en general, son rechazadas. Pero este rechazo puede tener fecha de caducidad, si no la sociedad no consigue encontrar argumentos más razonables y fuertes.

Si por «orientación» entendemos «inclinación», «atracción», «preferencia» como es lo habitual, y por otra parte defendemos que las inclinaciones de cualquier persona son igualmente buenas que sus opuestas ya que hay que aplicar el principio de tolerancia, entonces resulta imposible rechazar cualquier tipo de comportamiento con tal que sea consentido por las partes.

Quizá habrí­a que ser más crí­tico con el contenido que ponemos bajo el paraguas de la igualdad o la tolerancia. Es evidente que hay un núcleo fundamental en el que todas las personas somos iguales, pero también es cierto que no cualquier acción es igualmente beneficiosa para el ser humano, o para la sociedad. Ejemplos podemos encontrar muchos. Se recrimina fumar descontroladamente, no sólo porque hace daño a la persona que fuma, sino porque fomenta en los demás, ese mismo tipo de comportamiento.

Lo mismo habrí­a que decir sobre el comportamiento sexual. Hay comportamientos sexuales que no benefician ni a quien los lleva a cabo, ni a la sociedad que los contempla. Las personas somos iguales independientemente de las tendencias o inclinaciones que tengamos. Cómo usamos la libertad para conducir esas tendencias establece una diferenciación entre comportamientos correctos o incorrectos. Rechazar los comportamientos incorrectos no atenta contra la tolerancia sino que es exigencia de la responsabilidad de la libertad.

Que se puedan reconducir algunas tendencias, o que seamos capaces de controlarlas, es otro tema. Seguramente las diferencias personales provocan también diversas posibilidades. Pero nada se puede hacer si no se tiene esperanza de conseguirlo.

Pederastia y pedofilia no, pero por muchos motivos fundados.

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