En estos días se está debatiendo en nuestro país la ley de la eutanasia. Como médico que trato día a día con el sufrimiento de mis enfermos, y sin querer agotar el tema, quisiera hacer algunas reflexiones al respecto:
- Como médicos todos nos hemos encontrado situaciones clínicas límites que nos han puesto contra las cuerdas y tanto los enfermos como los familiares te piden acabar con el sufrimiento; pero te piden acabar con el sufrimiento, no acabar con el enfermo. Cuando los síntomas están controlados, te das cuenta de que lo que de verdad querían era que les aliviaras esos síntomas que no les dejaban vivir.
- Los médicos hemos estudiado medicina para ayudar a las personas, no para ayudar a que se suiciden. Cuando ya no podemos tratar la enfermedad, llega el momento de aliviar: por supuesto con medicación pero también acompañando en esos momentos, haciendo saber a los pacientes que estarás ahí cuando lo necesiten, hablando, tranquilizando, ayudando a los cuidadores… y llegado el momento con la sedación paliativa.
En este sentido los cuidados paliativos son claves y todos sabemos que no están implantados de forma universal en España y que depende mucho de las zonas geográficas. Aprobar una ley de eutanasia sin el requisito previo de unos cuidados paliativos universalmente establecidos es un fraude a nosotros como médicos y a la sociedad española en general.
- Así mismo, los médicos somos conscientes de que no podemos eliminar por completo el sufrimiento. Éste forma parte de la vida, al igual que forma parte de la vida la felicidad; pero eso no significa que esa vida no sea tan digna y valiosa como la de aquellas que no han sido sufrido o sufren una enfermedad. Por eso salvamos a aquellos que han intentado suicidarse, para devolverles algo que consideramos valioso en cualquier circunstancia sin pensar que es una opción personal que hay que respetar. Cualquier vida es valiosa para nosotros, incluso cuando aparentemente sea un desecho para el resto de la sociedad.
- Si se legaliza la eutanasia (se hablará con eufemismo de ley de muerte digna), se les estará diciendo a miles de enfermos “tu vida no es digna de ser vivida”, “no eres merecedor de esta vida” y se les estará empujando a considerar, de una forma muy sutil, que son un estorbo para sus familiares cuando en muchas ocasiones será la familia la que los hará sentir así precisamente cuando se encuentran en una situación de fragilidad vital. En esas circunstancias no se les enseñará otro camino que el de la «muerte digna» cuando existen otras opciones, desde luego más humanas, y que pasan en la mayoría de las ocasiones por el tratamiento de cuidados paliativos.
- No podemos actuar basados en la emotividad. Como médicos sabemos lo que está bien y lo que está mal hacer en nuestra profesión. No nos deberíamos dejar influir por sensacionalismos o sentimentalismos que, de una forma ladina, se nos está intentando vender en los medios de comunicación con casos extremos para cuya “única” salida posible es la eutanasia.
- La eutanasia es una rampa muy resbaladiza, como hemos visto en otros países donde ya está implantada. Se aplicará inicialmente de una forma muy restrictiva (casos incurables y terminales) para después hacerla cada vez más laxa donde caben los pacientes psiquiátricos o incluso los niños, o simplemente los cansados de la vida, como recientemente ha pasado en Holanda donde, por cierto, los ancianos huyen de los hospitales nacionales para irse a países cercanos y no ser “eutanasiados”.
- No se puede legislar basándose en casos excepcionales o extremos. Creo que el objetivo último de esta ley no es resolver un problema ni atender a una demanda social, sino que es imponer una ideología y nuestra profesión no puede someterse al albor de una ideología, sean de un signo o del contrario.
- Aunque todas las personas son respetables, no todas las opiniones lo son, y esto es especialmente verdad cuando se va en contra de una bien tan fundamental como es la vida de una persona. Por eso, si no alzamos la voz para defender a nuestros pacientes de ser señalados solo por el hecho de ser dependientes, frágiles o estar simplemente enfermos, estaríamos haciéndonos un flaco favor como personas y como médicos.
Jesús Villar Jiménez
Médico especialista en Medicina Interna
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