La última semana de septiembre se ha cerrado con dos noticias que nos llegan desde Bélgica.
Por una parte el Parlamento belga se prepara para la despenalización completa del aborto, lo cual se acercaría a la consideración de la interrupción del embarazo como un derecho, y dificultará la objeción de conciencia para el personal sanitario.
Por otra, los días 21 y 22 se ha celebrado una feria internacional –Men having babies– en la que los stands ofrecían diversas posibilidades para hacerse con un bebé a través de un “vientre de alquiler”.
La situación resulta paradójica: por una parte se consolida la posibilidad de matar al bebé en el seno materno. Por otra se ofrece como producto valioso: entre 90.000 y 165.000 euros por criatura.
Sin embargo, quizá muchas personas no sean conscientes de la paradoja y acepten el hecho sin darle ninguna importancia. Ciertamente para quien concibe la libertad como la capacidad de que las personas adultas podamos satisfacer nuestros deseos, estos hechos son fruto del respeto a la libertad en las sociedades democráticamente maduras.
A otros nos resulta paradójico que en un caso se trate al bebé considerándolo que no tiene ningún valor, y en el otro se le fije un alto precio. La paradoja se explica porque en ambos caso la consideración es de objeto con el que se puede hacer lo que seres humanos adultos quieran.
¿Tienes alguna otra explicación?