No tengo la suerte de haber tenido hijos. Tengo sobrinos, y muchos hijos y nietos de amigos. La experiencia es constante: las diferencias de comportamientos de chicos y chicas son notables desde la infancia.
La marca Huggies, especialista en pañales, lanzó en Italia este spot televisivo a principios de junio. En él aparecen situaciones que cualquiera ha contemplado numerosas veces: los niños y niñas son diferentes no sólo porque hagan pipí de forma distinta sino porque manifiestan intereses y gustos distintos desde que son muy pequeños.
Esta realidad se enfrenta a una ideología que está resultando muy poderosa: la ideología de género. Esta ideología afirma que la realidad corporal sexuada es irrelevante para el comportamiento de la persona. Define que lo que llamamos comportamientos normales del ser hombre o mujer, tienen un origen en condicionamientos familiares, educativos y sociales. Lo cual tiene algo de cierto: hay comportamientos que son fruto de aprendizaje social. Pero tratándose de una ideología no cabe el diálogo: o se admite que todo es condicionado o se está contra ellos.
El problema de las ideologías es que o aceptas por fe sus principios o eres su enemigo. Su debilidad es que la realidad es mostrenca y chocar contra ella lleva a la ruina. La única defensa que cabe para una ideología es intentar ocultar la realidad.
Es la campaña que han llevado a cabo diversos defensores de esta ideología que han conseguido censurar los 20 primeros segundos del spot. Aunque la campaña para mantener todo el vídeo haya recibido muchos más apoyos, los organismos públicos, en este caso L’Istituto di Autodisciplina Pubblicitaria, han decidido intervenir para no ofender a tan poderosos promotores.
Al menos en Italia está habiendo una fuerte contestación al intento de imponer esta ideología a toda la sociedad. No sólo la inmensa manifestación del 20 de junio, sino la batalla que se está dando a nivel popular para que desde el gobierno no impongan la obligatoriedad de la enseñanza de la ideología de género en las escuelas. En España se introdujo con muy poca contestación.
Mientras en los países mediterráneos andamos de ida, en el norte de Europa empiezan a volver: Humorismo e ideología de género
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