miércoles, 30 de abril de 2025

Mankell y la libertad

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Las novelas de Henning Mankell resultan muy interesantes por las tramas de intriga que crea. Pero todaví­a lo son más por la descripción de sus personajes de origen nórdico.
En su última novela «El chino» aparece un protagonista nuevo: la jueza Birgitta Roslin. La intriga se desarrolla en Suecia, Dinamarca, y China. Pero la verdadera historia transcurre en la mente de la jueza: el sentido de su vida, el paso del tiempo, y, sobre todo, las relaciones con su marido. Tienen 4 hijos que ya son mayores y viven fuera de su casa. El matrimonio ha sido feliz, pero ahora parece como si todo el frí­o exterior hubiese entrado en sus almas. ¿Qué ha ocurrido?
«Hubo un momento en la vida -piensa Birgitta- en que aprendimos a no profundizar demasiado en la vida espiritual del otro. Todos necesitamos un espacio al que nadie más pueda acceder; pero eso no debe conducirnos a la indiferencia. ¿Acaso es eso lo que nos está pasando? ¿Habremos llegado ya a ese extremo?»
Los momentos de crisis, personal o social, son momentos de evaluación y cambio.
El desarrollo del pensamiento en los últimos años nos ha llevado a valorar la libertad como un valor esencial para la vida de los hombres y de las mujeres. Eso ha traí­do como consecuencia desarrollos legislativos que han plasmado en leyes esas ideas. Lo cual ha llevado a una sociedad de mayor respeto de los derechos individuales.
Sin embargo el concepto de libertad no ha tenido un desarrollo homogéneo en todas las personas. No tenemos claro si al hablar de libertad queremos decir posibilidad de hacer todo lo no prohibido por la ley, o, por el contrario es necesario que la libertad haga el esfuerzo de buscar la verdad para seguirla, y de comprometerse a obrar el bien.
Un concepto cercano a la libertad, es el de igualdad. Todos somos igualmente libres. En España se ha creado un ministerio con la loable intención de fomentar esta igualdad. Que lo esté logrando ya es otra cuestión. La dificultad aquí­ estriba en que considerar a los demás como iguales, es más difí­cil de plasmar mediante leyes. Se trata de una elección ética no a nivel teórico, sino práctico: se lleva a cabo actuando. ¿Se está transmitiendo esto en nuestra sociedad? Parece que sí­, pero a veces podemos quedarnos en las apariencias, porque en los comportamientos hay demasiadas manifestaciones de prepotencia, xenofobia y racismo.
El último concepto clásico es el de la fraternidad-solidaridad. ¿Estamos siendo cada vez más indiferentes a los demás? El concepto de libertad como «poder hacer lo que quiero» lleva necesariamente a desentenderse de los demás. ¿Es solución legislar la solidaridad? Muy poco, y además con frecuencia se da marcha atrás -trasvases, ayuda a paí­ses en desarrollo, caja común entre comunidades, impuestos-.
Sin embargo, como describe con maestrí­a Mankell, el hombre «realizado» que propone la sociedad sueca, y que tenemos como paradigma de sociedad libre e igualitaria, deja una vací­o por dentro que no se sabe cómo llenar. Hay tristeza, soledad, abandono, falta de horizonte en la vida. Cada uno se ve a sí­ mismo como un islote rodeado de otros islotes pero con un mar por medio que impide unirse.
En momentos de necesidad es cuando se descubre que «el otro» no es alguien cuya presencia puede amenazar mis proyectos de libertad, sino alguien que puede ayudarme a salir de la limitación de mi soledad.
Quizá estamos en un buen momento para recordar que lo importante, contra lo que antes parecí­a, no es que «yo» me lo pase muy bien, sino que «nosotros» seamos felices, y eso no se consigue sin la disposición de compartir mi vida con la de los demás. El respeto a cada persona no se realiza con una mirada de indeferencia sino poniendo interés por ayudarle a que sea feliz. La libertad no es perfecta sin el amor que lleva a darse.
La jueza Roslin se da cuenta de que no puede pedir que alguien cambie la situación si ella misma no se esfuerza de algún modo. En ese momento decide reunir a toda su familia para organizar una gran fiesta para el cumpleaños de Staffan, su marido «Por lo general, ninguno de los dos se habí­a esforzado gran cosa por celebrar los aniversarios del otro. Tal vez hubiera llegado el momento de cambiar ese comportamiento.»

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Comments 3

  1. jose luis says:

    Me parece que sugiere temas muy interesantes. Pero, no he leido el libro, para poder salir de esa soledad de Roslin, los invitados tienen que ir a la fiesta. ¿Y si no van?

  2. fjr says:

    Van. Son sus hijos, y el bien siempre es más atractivo que la soledad. Además está la novedad.

  3. maria says:

    No por el libro,que no lo he leido ,sino a raiz de su comentario,creo que se nos ha educado,hasta a mi generación,pues pienso que yo no estoy educando así­ a mis hijos,a buscar en el otro lo que a nosotros nos falta,en apoyarnos demasiado en el otro,en encontrar la media naranja para que nos complete,en querer recibir del otro todo lo que nosotros hemos proyectado en él,que no son sino nuestros deseos personales de ser ;pero que el otro no puede darnos porque él es el que es, no es otro!en vez de educarnos en conocernos y conociendonos amarnos y buscar la felicidad sin perder nuestro individualismo como seres creados diferentes que tienen su manera de pensar ,sus gustos,sus criterios igual de válidos,su igualdad frente al otro,su respeto a su propia persona y a la del otro,por eso no digo ir por cuenta de uno mismo,ni hablo de indiferncia,sino amando en colaboracion en cosas comunes pero no buscando sólo la felicidad en el otro como mi única parcela,sino en todo el resto de posibilidades que yo soy y tengo,por ello las frustraciones ,las soledades y otros problemas cuando llegando los problemas con el otro no se reconocen,no se tratan,no se pone la voluntad en hablarlos ,en ayudarse para que haya un cambio a comprenderse y recuperar ese amor;la libertad para amar como don,y desde esa libertad,y valga la redundancia ,es fundamental para amar y así­ querer hacer feliz también al otro;alcanzar la madurez humana,creo es fundamental para casarse así­ que pienso que no hay que educar a nuestros hijos a lanzarse a un matrimonio como la opción que está ahí­ cuando encuentren novia y terminan su carrera,sino :alcanza una madurez humana y si luego amas,sabes quien eres ,respetas el quien es la otra persona y te convencen hasta sus defectos,y así­ todo la amas,sin desear cambiarla-o,entonces hazlo.Creo que por ello hay,hoy en dí­a, tanto fracaso;y creo que la jueza,como mujer madura,se daba cuénta de todo ésto y quiso cambiar la situación antes de sucumbir en un desamor,si el marido reaccionó con tal detalle y cayó en cuenta de la trascendencia de ese hecho,de la fiesta,seguro que sus almas volvieron a reconocerse,unirse y a amarse.gracias por permitir participar,un abrazo.mºluisa.

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