Aunque el tema de esta temporada es hablar de la crisis -no se sabe si financiera o económica-, de vez en cuando vuelve a aparecer también el tema de las listas de espera en la sanidad.
De entrada debo confesar que no sé qué medidas ni quién debería tomarlas para solucionar todos estos problemas. Se puede insistir en que alguien debería resolverlos, y que se deberían tomar medidas políticas para que se resolviesen. Sin duda debe ser así, pero como no soy profesional de la política ni de la economía ni de la gestión sanitaria, no me atrevo a sugerir ninguna medida global.
Pero, hace unos días, un amigo me contaba su caso con lo de las listas de espera. «Hace cinco meses -me decía-, me llamaron por teléfono del hospital, para avisarme que tenía hora para una prueba. Habían pasado seis años desde que el médico del mismo hospital pidió esa prueba. Como se trataba de un caso no grave, pero sí importante para la vida normal, yo me había hecho hace tiempo ya esa prueba. Es más, con los años, la había repetido otra vez.
Le indique a la telefonista -seguía mi amigo- que ya tenía la prueba hecha, y que, para acelerar la lista de espera, que como se veía era ya sexenal, podía ir directamente con los resultados de la que me habían hecho tres meses antes «en la privada». Sorprendentemente la operadora alzó el tono de voz y me dijo, resumiendo, que allí sólo valían las pruebas que hacían ellos, y que si tenía dinero para hacer pruebas «en la privada» también lo tenía para que me diagnosticasen y me recetasen «en la privada».
Lógicamente -continuaba-, fui a hacerme la prueba «en la pública». Ese día me aseguraron que en mes o mes y medio tendría la consulta con los resultados, que ya me avisarían. Habiendo pasado cinco meses de aquello, llamé por teléfono, y me indicaron que ya tenían los resultados, y me han citado para dentro de cuatro meses. Deben ser unos resultados fenomenales -terminaba con guasa-, porque si en «la privada» tardaron un mes en hacerme la prueba, y tres horas en darme los resultados, ahora que han tardado seis años en hacerla, cinco meses en decirme que ya tienen los resultados, y cuatro meses para decírmelos, los resultados y la solución serán de cine».
Respecto a la crisis económica leo en el blog «habitosvitales.com» el artículo: «4 hábitos que he dejado para ahorrar dinero – y cuánto me ha ahorrado». Los hábitos «dejados» son: desayunar fuera de casa, comprar 2 discos por semana y en cambio oír la música que ya se tiene o la de Internet, comprar 2-3 libros mes y usar las bibliotecas públicas, comer fuera 2-3 veces por semana. Ha ahorrado 2275 euros en estos meses.
Todo esto me lleva a pensar que estas situaciones de borrasca son una magnífica ocasión para asumir la responsabilidad sobre nuestras propias acciones, que frecuentemente solemos descargar en las estructuras, el gobierno, la sociedad.
Me resulta difícil pensar que tras tantos retrasos en la sanidad «pública» no haya algunas actuaciones irresponsables, aunque no puedan ser reclamadas dentro de la legislación actual o de los reglamentos hospitalarios. Igualmente resulta difícil no pensar en desidia, cuando los informes están hechos pero nadie se acuerda de avisar, en la época de los móviles, email, y sms. No se podrán llevar a cabo acciones reivindicativas, pero sin duda algunas conciencias deben estar al rojo vivo.
También puede ser cierto que el que una persona ahorre no resuelve la crisis económica. Además tampoco se puede imponer por ley que todo el mundo ahorre de determinada manera.
Pero quizás es un buen momento para acudir a la ética, antes que a la economía. La ética principalmente es una cuestión de la persona, no de las leyes. Es un escuchar la voz de la conciencia. Es un asumir la bondad o maldad de las decisiones que se toman. Es muy difícil que tengamos una economía ética, si las personas individuales no asumimos ser económicamente éticos.
Estamos ante la oportunidad de volver a poner como primer valor a la persona en sí, y dejar para un segundo lugar fijarnos en lo que tiene. Volver a valorar lo que nos dice la conciencia, por encima de las modas temporales, o de los mensajes publicitarios. En definitiva ser persona más libres, porque somos capaces de dar respuesta de nuestras acciones personales.
Objetivo: Facilitar la información y el diálogo sobre temas de Bioética.
Planteamiento: Es posible avanzar en el conocimiento de la verdad ética, y para ello es necesario estudio y diálogo.
Toda vida es respetable, pero la vida humana posee dignidad.
Es necesario participar en el debate social exponiendo los propios argumentos y escuchar los de los demás.
Comments 2
Increíble. Os acabo de enlazar en mi blog. Un saludo y ánimo con el Blog.
Jesús Vélez
http://jesusvelez.wordpress.com