California, al igual que otros estados estadounidenses, permite el suicidio asistido, pero prohíbe la eutanasia y cualquier forma de asistencia adicional en el suicidio asistido. Los pacientes que desean poner fin a sus vidas deben administrar ellos mismos el medicamento letal. Esto significa que, si una mujer ha adquirido el medicamento pero no puede ingerirlo o inyectárselo por sí misma, se ve obligada a seguir sufriendo.
En un artículo publicado en el American Journal of Bioethics, varios destacados bioeticistas sostienen que esto equivale a discriminar a las personas con discapacidad.
«Eso crea una subclase de enfermos terminales que, debido a su función motora sustancialmente disminuida, no pueden acceder a un procedimiento médico legalmente proporcionado a pacientes terminales más capacitados».
La deficiencia de la Ley de Opción Final de Vida de California se vuelve evidente, afirman, en un caso resuelto en un tribunal federal en 2022. Tres enfermos terminales con discapacidad neuromotora y cuatro médicos especialistas en ayuda a morir presentaron una demanda para poder recibir dicha ayuda. El juez desestimó la demanda a regañadientes. Escribió que existe una frontera entre el suicidio asistido y la eutanasia que no puede traspasarse legalmente.
«La adaptación que pretenden los demandantes -permitir a los médicos administrar la medicación de ayuda a morir- traspasaría este límite… transformaría la prestación prevista en la ley en algo totalmente distinto».
Los autores del artículo de AJOB concluyen: «las leyes actuales de ayuda a morir privan injustamente de derechos a los pacientes terminales con enfermedades neurológicas avanzadas que les impiden el movimiento y la fuerza. A medida que se acercan rápidamente a la muerte, estos pacientes merecen igualdad de derechos en todas las opciones para el final de la vida.»
Scott Kim, de los Institutos Nacionales de Salud, escribió un comentario muy interesante sobre el artículo central de AJOB. Señaló que, en principio, los argumentos a favor de la igualdad de oportunidades para el suicidio asistido son interminables. Siempre hay alguien cuya situación se encuentra al otro lado de la frontera entre que se le permita morir y que no se le permita morir.
Si de verdad se quiere promover el respeto por igual de toda vida humana, sólo hay una opción: la prohibición absoluta de la muerte asistida». Escribe:
Así que hay tres opciones: la muerte asistida con límites controvertidos estabilizados por un proceso democrático, que a su vez es susceptible de influir en las desigualdades de poder, privilegio y recursos económicos; la muerte asistida sin límites, una distopía igualitaria; y, por último, la muerte asistida para nadie, basada en un logro de los derechos humanos de miles de años de antigüedad: un profundo compromiso con la igualdad de todas las vidas humanas.
Publicada en Bioedge por Michael Cook | 06 de septiembre 2023 | Assisted suicide laws in US must be less discriminatory, say bioethicists