sábado, 19 de julio de 2025

La verdad detrás de la prohibición para jóvenes en YouTube

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El impulso por prohibir a los menores de 16 años usar YouTube y otras redes sociales no trata de seguridad. Se trata de control gubernamental… y del fin del anonimato en línea. A los australianos les están vendiendo una mentira disfrazada con un envoltorio “amigable para los niños”. El gobierno albanés y su Comisionada de Seguridad Electrónica, Julie Inman Grant, quieren convencer al público de que prohibir el acceso de los menores de 16 años a las redes sociales —incluido YouTube— es una medida para proteger a los niños del daño.

Pero al quitar las capas, la verdadera agenda se vuelve inconfundiblemente clara: se trata de imponer la verificación de edad, eliminar el anonimato en línea y silenciar las voces que no pueden controlar. El plan entrará en vigor el 10 de diciembre de 2025. Las plataformas de redes sociales —YouTube, TikTok, Instagram y otras— estarán obligadas a bloquear el acceso a usuarios menores de 16 años. La supuesta excepción otorgada a YouTube por el gobierno, citando su valor educativo, ahora está en peligro porque a Julie Inman Grant no le gusta lo que los niños podrían ver allí. No se trata de pornografía ni de contenido sangriento, sino de los llamados “rabbit holes” o “madrigueras digitales”.

“Rabbit holes”: Julie Inman Grant

Rabbit holes. Ese fue el término que usó.

¿Qué son exactamente estas «madrigueras»? No lo dijo. Pero todos entienden a qué se refiere. Se trata de contenidos que no siguen la narrativa oficial: voces como Jordan Peterson, Joe Rogan y Russell Brand, que cuestionan abiertamente al establishment. Videos que critican el alarmismo climático, que exploran el nacionalismo, los valores tradicionales, la masculinidad, el cristianismo. En otras palabras, ideas de las que las élites quieren aislar a tus hijos.

Inman Grant afirma que los niños son “incapaces de resistirse” a los algoritmos de YouTube, los cuales —según ella— los arrastran hacia espirales de desinformación y misoginia. Pero la pregunta real es: ¿está hablando de un peligro genuino… o simplemente de disidencia? No se debe olvidar que: esta es la misma burócrata que el año pasado emprendió acciones legales contra la plataforma X de Elon Musk, exigiendo la eliminación global de contenido controvertido. No está defendiendo a los niños, está defendiendo su poder.

La llamada agenda de eSafety no tiene nada que ver con la seguridad y sí con la vigilancia. Su propia carta a la ministra de Comunicaciones, Anika Wells, lo deja claro: no quiere excepciones. Ni para YouTube, ni para nadie. Porque las excepciones debilitan el mecanismo de control: la verificación de edad. Y sin eso, no pueden avanzar hacia el verdadero objetivo: una identidad digital rastreable para cada usuario.

¿Por qué no prohibir la pornografía, comisionada de eSafety?

Pero aquí está la hipocresía que clama ser reconocida: si la verificación de edad es tan vital, ¿por qué la comisionada de eSafety no exige lo mismo para los sitios web pornográficos? Estos sitios están dispersos por toda la internet, accesibles para cualquier niño que tenga un teléfono y un momento a solas. Sin inicio de sesión, sin identificación, sin advertencia. Solo un clic y está ahí. Si realmente hay que proteger a los niños, ¿no sería ese el frente principal? ¿O acaso esta represión está dirigida solo a las plataformas donde las ideas —no las imágenes— son la verdadera amenaza?

Imponer identificación para todos

No se puede permitir el engaño. La verificación de edad suena inocente… hasta que te preguntas:

¿Cómo la harán cumplir?

¿Reconocimiento facial?

¿Escaneo de huellas?

¿Subir una identificación oficial?

Una vez que las empresas tecnológicas enfrenten multas de 49.5 millones de dólares por dejar pasar a un solo menor, la respuesta es obvia: pedirán identificación a todos.
Y así, de un momento a otro, el anonimato muere.

Esto refleja la COPPA 2.0 en Estados Unidos, que propone que las plataformas actúen según el “conocimiento implícito” de la edad del usuario. Es una norma vaga, imposible de cumplir sin una vigilancia total, y diseñada deliberadamente para presionar a todas las plataformas a implementar controles de identidad masivos.

Australia está adoptando el mismo enfoque, con Julie Inman Grant como su promotora más ferviente.

El impulso por prohibir a los menores de 16 años el acceso a YouTube y otras redes sociales no tiene que ver con la seguridad. Se trata de control gubernamental… y del fin del anonimato en línea.

 

Sustitución parental

¿La ironía?

Ella misma admite que no habrá sanciones para los niños que incumplan las reglas. Tampoco para los padres.

¿Por qué?

Porque los verdaderos objetivos son las plataformas. Y, a través de ellas, todas las personas. El Estado no quiere castigar a tu hijo. Quiere controlar cómo accedemos todos a internet. Esto no es apoyo a la crianza. Es una sustitución de los padres.

Voces de oposición, como la del senador Matt Canavan, ya han alzado la voz. “¿Por qué nuestro gobierno cree que es su trabajo decidir qué pueden ver y escuchar las personas? ¿Quién decide exactamente qué es una ‘madriguera digital’?”

Tiene razón. Estas son decisiones culturales que deben tomar las familias, no mandatos burocráticos impuestos mediante vigilancia.

¿Y qué hay de la encuesta que impulsa esta iniciativa? Un estudio vago y poco transparente realizado a 2,600 niños, en el que se preguntó a menores de 10 años sobre identidad de género y orientación sexual, y se afirma que el 40% de ellos vio algo “dañino” en YouTube.

¿Daños cómo? Las preguntas no son públicas. La metodología es poco clara. Sin embargo, se está utilizando como base para una censura a nivel nacional.

Control de la plaza pública digital

No debe confundirse: esto es un intento calculado de tomar el control de la plaza pública digital. De eliminar la comunicación privada y anónima. De instalar la supervisión gubernamental en cada pantalla, cada aplicación, cada interacción. No se trata solo de los niños, se trata de toda la sociedad.

La frase “por los niños” siempre ha sido el caballo de Troya de la tiranía. Y esta vez, lleva como carga un paquete de identificación digital, vigilancia y control del discurso.

Los australianos necesitan despertar. Porque si esto no se cuestiona, no solo habrá una prohibición de YouTube para los niños.

Habrá una prohibición permanente de la libertad en línea.

Publicada en The Daily Declaration por George Christensen | 27 de junio de 2025 | They’re Coming for Your Screen: The Truth Behind the YouTube Youth Ban

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