miércoles, 30 de abril de 2025

La dificultad de lo obvio: el matrimonio

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ValparaisoLo obvio por definición (RAE:Que se encuentra o pone delante de los ojos) tiene una gran ventaja para el entendimiento, no hay que razonar: es evidente. Sin embargo, esta evidencia, supone un problema para el corazón: le obliga a admitirlo. Y el corazón a veces no quiere admitir una verdad, sino que prefiere otra cosa.

El TribunalConstitucional español acaba de decir queno ha advertido objeciones de entidad constitucional que impidan incluir a las uniones entre personas del mismo sexo dentro de la protección que dispensa elartí­culo 32de la Carta Magna, según el cual «el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurí­dica».

Mis amigos tuiteros están inundando la red, unos a favor y otros en contra. Cada uno da argumentos. Pero es muy difí­cil argumentar, porque qué sea el matrimonio pertenece a las cosas obvias. Por fijar una fecha, digamos que en los últimos 5000 años ha sido obvio que el matrimonio es la unión de un hombre con una mujer y que tiene que ver con tener hijos.

Es agotador, y seguramente imposible demostrar lo obvio. A veces a uno le vienen deseos de hacerlo porque le gusta dialogar y contrastar razones, pero lo obvio tiene dos enemigos: los negadores de la realidad, y los que practican el «pensamiento volátil».

Entre los primeros ocupan un puesto destacado algunos organismos del entorno de Naciones Unidas. Se han empeñado en afirmar que el aborto forma parte de los derechos humanos. Una vez y otra repiten: los derechos de la mujer, los derechos reproductivos, los derechos sexuales, etc.. que así­ dicho todos defendemos. Pero Onusida, Onu Mujeres (que preside Bachelet), Amnistí­a internacional, IPPF (a quien Obama ha reiteradamente alabado, ysubvencionado) , y otros insisten en que forma parte de esos derechos abortar. Pero por mucho que vuelvan invisible al niño que la mujer lleva en su seno, ese ser humano que se mata está ahí­, y después hay que sacar el cadáver. Esa es la realidad que se pone ante los ojos.

El segundo enemigo es la difusión del «pensamiento volátil». Le llamo pensamiento por llamarle de alguna forma. Más que pensamiento habrí­a que hablar de enunciado oral que una vez emitido deja de tener importancia y se pasa a otra cosa. Se nos invita a opinar, y es agradable ir diciendo lo primero que a uno se le ocurre, y tener la sensación de que uno es importante porque opina.

El «pensamiento volátil» salta de flor en flor, diciendo sobre cualquier tema cualquier cosa, y exige que respetemos a su emisor. ¿Quién no se ha encontrado en alguna reunión en la que le ha ocurrido algo de este tipo?Gran enemigo de lo obvio este pensamiento volatil. Si audazmente empiezas a argumentar, ya te han lanzado otra afirmación, y ponte a empezar de nuevo tu razonamiento. Es un revoloteo agotador para el observador. Es todo, menos pensamiento.

Pero lo obvio tiene una gran cualidad: es invencible. Al final acaba siempre triunfando. Recogí­a estos dí­as la noticia de que en Estados Unidos habí­a crecido el número de parejas estables con familia numerosa. Quizá a alguno no le parezca bien, lo de parejas estables sin matrimonio. A mí­ me parece normal. Cuando el tí­tulo «matrimonio» pierde su valor, permanece la realidad matrimonio: hombre, mujer, hijos (y varios).

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