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La «ética lúdica» entra en crisis

El 9 de mayo se cumplí­a el 50 aniversario de la legalización de la pí­ldora abortiva. CNN ha publicado un artí­culo de opinión de Raquel Welch: It’s sex o’clock in America.

La sex-symbol se atreve a decir: «Me avergí¼enza admitir que yo misma he estado casada cuatro veces, y sin embargo, estoy convencida de que el matrimonio es la piedra angular de la civilización, una institución esencial para la estabilidad de la sociedad, que proporciona un santuario a los niños y nos salva de la anarquí­a».

Más adelante añade: «Si hubiera tenido una actitud diferente sobre el sexo, la concepción y la responsabilidad, las cosas hubiesen sido muy diferentes. El efecto más significativo y perdurable de la pí­ldora en la actitudes sexuales femeninas en los60 fue: ahora podemos tener sexo en el momento que queramos sin sus consecuencias. Aleluya, viva la fiesta. Pero la realidad es otra, la falta de inhibiciones sexuales, o como alguno lo llama, la liberación sexual, eliminó la precaución y el discernimiento a la hora de elegir el compañero sexual, que solí­a ser el equivalente al compañero con el que compartir toda la vida. La falta de compromiso, confianza y lealtad en las parejas en edad fértil degenera en infidelidad«.

La actriz toma conciencia ahora de lo que hace unos años le parecí­a comportamientos normal y sin ningún efecto más que el fugaz de una experiencia de placer. Experimenta ahora las consecuencias de una forma de vivir la libertad, y acepta que habí­a una responsabilidad en lo que hací­a que entonces no quiso reconocer.

Esta forma de cultura es actual. El ayuntamiento de Benicí ssim (40.000 habitantes) la semana pasada invitaba a los jóvenes entre 12 y 16 años a que, entre otras cuestiones, se planteasen «¿No crees que la heterosexualidad es una fase por la que estás pasando?»,»¿no será que lo que necesitas es una buena aventura homosexual?».

Aun discrepando en el tono del lenguaje, los ediles de los dos partidos opuestos valoraban el mensaje como positivo en aras de favorecer la libertad de los jóvenes de 12 años.

¿Qué pasa con la crisis económica? ¿Por qué hemos dejado de tener derecho a sueldos altos y consumo sin frenos? ¿Quién nos está quitando la libertad de conseguir nuestros deseos?

Hasta ahora, y también ahora, vivimos inmersos en la cultura de la «ética lúdica»: es bueno lo que deseas, y nadie puede decir que sea malo. Tienes derecho a conseguirlo. No hagas caso de las responsabilidades porque son pesos que pueden reprimir nuestros deseos y por tanto nuestra libertad.

Seguramente han fallado mecanismos de control económico, pero quizá hemos sido cada uno los que hemos empujado a esta situación.

Alguien puede hablar de los «ricos», los «banqueros», o «los grandes fondos». Pero también están los miembros de los sindicatos que sólo buscan enriquecerse, los funcionaros que contemplan su trabajo como castillo de poder, los comerciantes que engañan con sus productos o que fijan precios desorbitados, los fontaneros que te sacan los hí­gados, y un sin fin de profesionales que trabajan mal y no sienten ninguna responsabilidad porque sólo les interesa el dinero rápido.

Todos estamos incluidos en este saco porque entre todos construimos y defendemos esta «ética lúdica» de la irresponsabilidad a la que falsamente atribuimos el nombre de libertad, y que sin embargo es una ética del capricho, de la ostentación y de la envidia.

Hay otras alertas en nuestra cultura: crecimiento de embarazos y abortos de adolescentes; número de ancianos abandonados; niños con depresiones; familias desestructuradas; «generación ni-ni»; violencia sexual; indiferencia ante el sufrimiento de los más cercanos.

Son alertas menos materiales que las económicas, pero tan importantes o más que ellas. Por eso, esta crisis puede ser una buena ocasión para actuar también en otros frentes sociales en los que nuestra cultura está fracasando.

Se trata de plantearse cada uno pasar de la «ética del juego» a la «ética de la responsabilidad», y promover este cambio en toda la sociedad.

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