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Incoherencias en la Pontificia Academia para la Vida

PAV

No es habitual en este blog que se entre a debatir sobre temas relacionados con actividades de organizaciones religiosas, sean católicas o de otra religión.

Si embargo, hoy(23 de octubre) lo vamos a hacer porque se celebra en la iglesia católica la festividad de san Juan Pablo II, y nadie puede dudar que fue un gran hombre que batalló durante toda su vida por la defensa de la dignidad de toda vida humana, en cualquier momento de su existencia: feto o anciano, rico o pobre, grande o pequeño, exitoso o fracasado, intelectual o incapaz.

Una de las instituciones que puso en marcha para promover el reconocimiento de esa dignidad fue la Pontificia Academia para la Vida(PAV) mediante un documento: «El Misterio de la Vida» del 11 de febrero de 1994. ¿Con qué finalidad concreta nació? Con « la tarea específica de estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la biomedicina y el derecho, relativos a la promoción y defensa de la vida, especialmente en la relación directa que tienen con la moral cristiana y las directrices del Magisterio de la Iglesia»

No voy a entrar en la profunda remodelación llevada a cabo por el papa Francisco el 18 de octubre de 2016, mediante unos nuevos Estatutos. Pero hay algunos aspectos que quiero resaltar:

  • En las normas sobre los miembros, se reconoce que no es necesario que sean católicos, ni religiosos, que es conveniente que provengan de distintas disciplinas científicas (a.5, & 5 a)), pero expresamente se exige: «los nuevos miembros se empeñan en promover y defender los principios acerca del valor de la vida y de la dignidad de la persona humana, interpretados de modo conforma al Magisterio de la Iglesia»(a.5, & 5 b))
  • El nombramiento puede ser revocado en el caso de una pública y deliberada acción o declaración claramente contraria a estos principios» (a.5, & 5 f))
  • En el Reglamento que se redacta en 2018, en concordancia con estos Estatutos, se cita el texto anteriormente recogido de Juan Pablo II

El 15 de octubre la PAV ha anunciado el nombramiento de nuevos miembros. Entre estos nuevos miembros, al menos dos de ellos: Mariana Mazzucato y Roberto dell’Oro, se han manifestado recientemente como partidarios del aborto.

Ante la perplejidad surgida por estos nombramientos, Vincenzo Paglia Presidente de la PAV, ha declarado que la diversidad de los miembros contribuye al diálogo, que los nombramientos los hace el Papa, y que se han seguido los procedimientos previstos para los nombramientos.

Pero con estas explicaciones no responde al problema específico que ha creado: la falta de coherencia entre las manifestaciones de esos miembros recién nombrados y las condiciones especificadas en los Estatutos o en el Reglamento.

Si se trata de escuchar o dialogar con gente con planteamientos distintos a las respuestas católicas, eso siempre lo ha hecho la PAV desde su inicio, pidiendo la presencia de gente muy diversa para escuchar sus argumentaciones. Nunca se había visto la necesidad de incluirlos entre los miembros.

Otra cosa podría ser  que  se quisiera promover un foro de discusión con participación de todas las diversas sensibilidades y que fuese financiado por el Vaticano.  Es una idea interesante. Lo lógico sería crear una nueva institución y dotarla de sus instrumentos legales y financieros.

No se trata de excluir a nadie del diálogo, ni de pretender un pensamiento único. Pero ciertamente parece poco coherente con actuar según verdad, utilizar una figura creada con un fin específico, y con el título adecuado a ese fin, para saltándose sus reglamentos cambiar su planteamiento.

Por otra parte, no hace falta que salga el Presidente a dar explicaciones, los mismos afectados pueden personalmente manifestar su acuerdo con la «promoción y defensa de la vida, especialmente en la relación directa que tienen con la moral cristiana y las directrices del Magisterio de la Iglesia»

Ser nombrado miembro de la Pontificia Academia por la Vida, y estar de acuerdo con la práctica legal del aborto, la verdad es que chirría un poco.

 

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