El suicidio de una persona es algo que encoge el alma. Nunca podemos conocer todos los motivos que pueden llevar a una persona a hacer algo tan contrario a lo que nos dice la naturaleza: destruir lo que mantiene todo lo demás: la vida.
Por eso unos prefieren no comentar las noticias de suicidios para no sugerir este medio para resolver los problemas. Otros en cambio deciden airearlos para despertar la atención social ante las señales que pueden dar los suicidas sobre su intención, y ayudarles a resolverlas, si es posible.
Hace pocos días una señora de 83 años acabó con su vida. Cuando oímos esta noticia, lo normal es estremecerse porque una anciana haya tomado esa decisión.
Digo «lo normal» , porque para los que alzan su voz en las redes y en los medios de comunicación (aquí, aquí, aquí) al dar la noticia, su reacción ante el suicidio ha sido muy otra: «Una mujer se suicida en Zaragoza al no tramitarse su petición de eutanasia«.
La prisa porque se aplique cuanto antes la eutanasia a cuantas más personas mejor, hace perder de vista la realidad. En este caso Emilia no se suicidó porque no se encontraron unos sanitarios que acabasen con su vida (eutanasia), sino porque había sido abandonada por esa sociedad que parece conmoverse por su problema pero solo le ofrece matarla.
¿No hubiese sido más humano ofrecerle «una vida digna» que «una muerte digna»? La mera descripción del abandono en el que vivía, lejos de impulsar la eutanasia constituye un grito que clama al cielo por la indignidad de sus condiciones de vida,
Las ideologías tienen esto: ciegan los ojos a la realidad, para dedicarse a implantar sus postulados. El problema de considerar la eutanasia como ejercicio de disposición libre de la propia vida, tiene este problema: no solo minusvaloro el valor de mi vida, sino que pierde también valor la vida de los demás. Ya no somos capaces de compasión.
Por eso nuestra sociedad es capaz de aprobar a toda velocidad y sin discusión una ley de eutanasia, mientras que no tiene prisa por sacar adelante los «cuidados paliativos» que ayudan a las personas a no tener que sufrir. Lo primero es la ideología y después está la realidad. Importa muy poco el sufrimiento de los otros, siempre que yo tenga satisfecho mis deseos personales.
Otros artículos:
Comments 2
Está todo tan ideologizado que vamos a tener que hacer muchos otros caminos para poder llegar a hacernos oir.
La ley de eutanasia ha puesto al mismo nivel el derecho a la vida y la autonomía del paciente y entonces se van a tomar decisiones que no se debieran tomar. Por otro lado los paliativos son muy importantes, pero en nuestro países como en nuestros vecinos los paliativos están muy medicalizados y habrá que ir incorporando -ya se hace, pero no lo suficiente- el modelo Hospice inglés, otra manera de vivir el morir.
Muchas gracias por el comentario. Efectivamente hay que hacer un abordaje múltiple. El tema de los cuidados paliativos me parece que sí que se esta afrontando en la linea que señalas.