El pasado 3 de abril tuvo lugar en el Senado francés un debate sobre un proyecto de ley presentado para inscribir el derecho al aborto en la Constitución gala. La propuesta proponía que el aborto «fuese un principio fundamental de nuestra República».
Laurence Cohen, senador del Grupo Comunista, cree que el acceso al aborto en su país plantea «razones objetivas para estar preocupados», por las dificultades que se puedan poner para llevarlo a cabo.
La proposición de ley ha quedado en agua de borrajas, porque ha parecido por un parte que el acceso al aborto -que desde 1982 se realiza en el sistema de seguridad social-, está siendo importante. Además que se está produciendo una inflación de legislación. Por otra parte el proceso para una reforma de ese tipo tiene un recorrido legislativo que no se ha llevado a cabo. Por último, porque no se puede decir que haya un consenso general en la población sobre este tema.
Al margen de la refriega política y las discusiones teóricas sobre derechos, la realidad es que:
- En 2016, 211.900 seres humanos que estaban en el seno de sus madres, han sido abortados. Aproximadamente 1 de cada 4 embarazos ha terminado en aborto. No parece, por tanto, que sea muy difícil abortar al menos desde el punto de vista médico.
- Hace un año se aprobó una Ley de odio contra el aborto que «castiga a dos años de prisión y 30.000 euros de multa a los autores del sitio web acusados por cualquier mujer que afirme haber sido ‘presionada moral o psicológicamente, o haya recibido ‘amenazas o intimidación’ para evitar que aborte». No se ha producido ninguna denuncia en un año, lo cual parece significar que tampoco nadie se siente obligada a no abortar.
Este intento fallido, quizás pone de manifiesto una realidad: en este momento no hay ningún problema técnico, ni de opinión para abortar cuando se quiera. ¿Por qué entonces esa insistencia en querer incluirlo entre los derechos humanos?
Así me parece que abortar es algo tan contra la naturaleza humana -que una madre decida acabar con la vida del hijo que lleva en sus entrañas-, que debemos intentar convencernos de que «es un derecho humano», para superar la repugnancia que produce llevarlo a cabo.
Referencias
– Extension du délit d’entrave à l’IVG : un an plus tard, aucune plainte
– Débat au Sénat sur l’inscription d’un «droit à l’avortement» dans la Constitution : beaucoup de bruit pour rien
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