El estudio Lo Económico y Social Tácito del Debate sobre el Final de la Vida [1], publicado por la Fundación para la Innovación Política (Fondapol), explora una dimensión que a menudo es ignorada en las discusiones sobre la eutanasia y el suicidio asistido: sus implicaciones económicas y sociales.
En un contexto en el que el debate en Francia se centra principalmente en consideraciones éticas y médicas, este análisis pone de relieve cuestiones sistémicas que merecen una mayor atención.
Un sistema de salud degradado
Si bien «la salud es la primera preocupación de los franceses, por delante del poder adquisitivo«, según un barómetro citado en el estudio, su evaluación del estado del sistema sanitario francés es alarmante.
De hecho, el acceso a la atención se está deteriorando: una gran parte de la población ya no tiene un médico de cabecera y el tiempo de espera para obtener una cita con un especialista se extiende durante varios meses.
Por ejemplo, es necesario esperar al menos seis meses para consultar a un especialista en dolor, un campo esencial para apoyar a los pacientes al final de la vida.
Ahorro en el final de la vida sin garantía de mejores cuidados paliativos
Los cuidados paliativos son otra de las grandes carencias.
A pesar de que la ley garantiza el acceso a ellos desde 1999, siguen estando en gran medida subdesarrollados. «Alrededor de 500 personas mueren cada día sin haber recibido los cuidados paliativos necesarios», recuerda el estudio de Fondapol.
La distribución territorial también es muy desigual: 22 departamentos franceses, algunos de los cuales están en el extranjero, no tienen unidades de cuidados paliativos. Además:
«El 63% de las residencias de ancianos afirma tener puestos que no se han cubierto desde hace más de seis meses y solo el 9% de ellos puede contar con la presencia de personal de enfermería las 24 horas del día, los 7 días de la semana […] La medicalización suele ser deficiente, lo que compromete cualquier seguimiento de la comodidad«.
La debilidad del personal académico agrava esta observación: «en 2024, solo hay quince profesores asociados y cinco conferencistas en cuidados paliativos en todo el país ».
En el frente económico, el estudio destaca algunas cifras llamativas. El último año de vida de un paciente en Francia cuesta una media de 26.000 euros, lo que genera un gasto total de 13.500 millones de euros al año para el Seguro de Salud.
Aplicando las tasas de eutanasia observadas en Quebec (7,3% de las muertes) a Francia, el estudio llega a un ahorro anual que podría superar los 1.400 millones de euros.
El ejemplo canadiense demuestra que la implementación de la eutanasia no conduce al desarrollo de los cuidados paliativos: aunque la «asistencia médica para morir» generó 149 millones de dólares en ahorros en 2020, solo el 34% de los pacientes con cuidados a largo plazo recibieron cuidados paliativos adecuados.
Un fuerte impacto social
El estudio de Fondapol también aborda el impacto social de la legalización de la eutanasia o el suicidio asistido.
- En Oregón, un 8 por ciento de los pacientes que optaron por el suicidio asistido lo hicieron debido al costo del tratamiento, según el estudio.
- En Canadá, se han hecho públicos casos como el de un atleta paralímpico al que se le ofreció la eutanasia por falta de una rampa de acceso para sillas de ruedas.
- En términos más generales, el 29% de las personas a las que se les practicó la eutanasia en Ontario procedían de las zonas más pobres, a pesar de representar solo el 20% de la población.
Frente a estos hallazgos, el estudio llama a extremar la cautela: «La legalización sin una inversión masiva en cuidados paliativos correría el riesgo de exacerbar las desigualdades en el acceso a la atención y debilitar a las poblaciones más vulnerables«.
El apoyo al final de la vida requiere un fortalecimiento de la infraestructura médica y una mayor concienciación entre los profesionales de la salud para evitar abusos económicos y sociales.
Un futuro proyecto de ley dedicado a los cuidados paliativos podría promoverlos y así responder a los desafíos, evitando al mismo tiempo los grandes escollos económicos y sociales señalados por el estudio Fondapol.
[1] Fondapol, «Lo económico y lo social no se dice en el debate sobre el final de la vida«, Pascale Favre e Yves-Marie Doublet, enero de 2025.
Publicada en Genethique | 23 de enero de 2025 | Fin de vie : l’angle mort des questions économiques et sociales
