En 2023, en España se concibieron 425.172 niños. De estos, un alarmante 24% (103.097) fueron abortados en el seno de sus madres. De esta cifra, 96.580 abortos se realizaron a petición de la mujer, sin motivo médico alguno. Aunque se hable de «a petición de la mujer», en muchos casos esta decisión se toma bajo presión, ya sea por la pareja o el propio varón. Lo más preocupante es que este tipo de abortos, sin justificación médica, son los que más crecen año tras año. Además, casi la mitad de estas mujeres ya habían abortado previamente.
En paralelo, durante el mismo año, 58.046 inmigrantes llegaron a las costas españolas de manera irregular. Lamentablemente, 1.194 de ellos, el 2,12%, perdieron la vida en el mar en su intento desesperado por buscar una vida mejor.
Un solo niño abortado o un inmigrante ahogado ya es una tragedia en sí misma. Sin embargo, la sociedad parece mostrar una sensibilidad dispar ante ambas situaciones.
Inmigrantes: Una tragedia visible y movilizadora
Cuando se trata de los inmigrantes que fallecen en el mar, las imágenes impactan, los titulares conmueven y la sociedad se moviliza. Las muertes de quienes huyen buscando mejores oportunidades generan debates encendidos, y aunque las soluciones no siempre llegan, el deseo de acabar con estas tragedias es unánime. Eso sí, todos reconocemos que nuestras acciones tienen un alcance limitado. Son los líderes sociales y políticos quienes deben asumir esta tarea con responsabilidad y urgencia.
El aborto: La insensibilidad oculta
Paradójicamente, mientras la sociedad se muestra sensibilizada ante las muertes en el mar, existe una desconcertante indiferencia hacia el creciente número de abortos. Se ha instaurado un proceso de insensibilización que ha vuelto invisible al ser humano en sus primeras etapas de vida, como si un embrión no fuera más que una idea abstracta, algo que no merece la misma atención o empatía.
Peor aún, algunos sectores —incluyendo políticos— celebran con entusiasmo cualquier avance que facilite el aborto, como si estos progresos fueran un hito social. Mientras tanto, gran parte de la sociedad asiste impasible ante el aumento de esas muertes, como si no tuviera un impacto real.
¿Qué podemos hacer?
Ante la realidad científica de que la vida humana comienza desde la concepción, ciertas ideologías anestesian a la población, haciéndola inmune al dolor de estas pérdidas. Pero aquí es donde cada uno de nosotros sí puede hacer algo. No tenemos que esperar a que las autoridades actúen: podemos manifestar la verdad de lo que significa realmente el aborto, no como un «derecho» o «opción», sino como la muerte de un ser humano.
Podemos hablar de esto en nuestras conversaciones diarias, en el café, en el trabajo, en cualquier espacio de interacción. Y, más allá de las palabras, podemos actuar, apoyando a mujeres que enfrentan la angustia de un embarazo inesperado, brindándoles el respaldo necesario para que no vean el aborto como su única opción.
Un ejemplo inspirador es RedMadre, que en 2023 logró ayudar a 63.000 mujeres en esta situación, ofreciéndoles alternativas, apoyo emocional y recursos para seguir adelante.
Al final, el silencio también es una forma de complicidad, y nunca es tarde para hacer algo.
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(Los datos están actualizados a 5 de agosto de 2024)
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