sábado, 14 de septiembre de 2024

Bebé medicamento, bebé persona

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Mi amigo Fernando me manda varias reseñas de artí­culos aparecidos con motivo del nacimiento de Javier Mariscal en el Hospital Universitario Virgen del Rocí­o de Sevilla, y me anima a que escriba sobre este tema.
Lo primero que tengo que decir es que no me parece adecuado que a una persona se le califique de bebé medicamento o bebé medicina, porque una cosa es que los que lo han producido lo hayan hecho con esa intención, y otra cosa es que se le llame así­. Es un bebé persona.
Que se trata de un tema no sólo cientí­fico sino ético, no tengo ninguna duda. Discrepo de la afirmación de Marcelo Palacios -presidente de SIBI-, cuando dice que «no tiene que presentarse ningún dilema ético». «Las personas, las familias, tienen el derecho a constituir el tipo de familia que estimen, por lo que si deciden tener un hijo acogiéndose a una técnica es pura decisión suya, y todo lo que sea hacer comentarios descalificadores me parece una injerencia inadmisible» (lne.es, 17/10/08). Sin hacer ninguna descalificación, ni pretender meterse dentro de la intimidad familiar, me parece evidente que lo que ocurra dentro de una familia, no es intocable, porque puede haber comportamientos dentro de ese familia que vulneren los derechos humanos.
Hay aspectos muy positivos en la noticia que se ha dado: siempre es un bien el nacimiento de un niño, sea cual sea el camino por el que lleva a la vida. Por eso hay que felicitar a Javier por su llegada al mundo. Pero, ¿todo niño es concebido respetando su dignidad de llegar a la existencia en un acto de amor entre un hombre y una mujer? Evidentemente no: puede ocurrir, por ejemplo, que la mujer haya sido forzada, u otras situaciones injustas.
También es un bien, que Andrés, su hermano, vea abiertas las puertas de una terapia para su anemia congénita severa. Ahora tiene entre un 70 y un 90 por ciento de posibilidades de curarse, o bien con las células del cordón umbilical de Javier, o con trasplantes de su médula ósea que le hagan.
Pero lo dicho hasta ahora no resume todo lo ocurrido. Javier ha nacido, porque entre sus genes no tiene el que provoca esa enfermedad, y además porque es histocompatible con Andrés. También, junto con Javier, se produjeron otros 16 embriones, que han sido desechados porque podí­an ser portadores de la enfermedad, o porque aún siendo perfectamente sanos, no iban a ser compatibles con Andrés. ¿Tiene algún valor ético esta forma de seleccionar embriones humanos?
José Blanco ha dicho -hablando de lo que él llama «bebé medicamento»- que los niños que puedan beneficiarse de estos avances, no entenderán, «cuando sean hombres y mujeres, la oposición tan irracional que algunos tienen a la vida que genera vida para uno mismo y para otros». «Nadie entenderá en el futuro lo mucho que nos ha costado salvar esos estrechos condicionantes morales», añadió.
Puestos a imaginar lo que pensará el bebé Javier en el futuro, también podemos concluir, sin ser irracionales ni estrechos de moral, que Javier estará contento de su ayuda a Andrés, y también de que sus padres quieran tanto a Andrés. Pero, ¿a él también le quieren? La imagen de los embriones humanos -sus hermanos-, que fueron desechados por no tener determinadas caracterí­sticas biológicas, seguramente que pesará fuertemente sobre él.
También podrá sufrir con la idea de que sus padres no le han querido a él en sí­ mismo, porque, de hecho, si no hubiese sido fí­sicamente como es, no le habrí­an permitido vivir ni desarrollarse. Incluso podrí­a llegar a pensar que sus padres se han desecho de sus embriones hermanos, como quien se deshace de un trasto inútil.
Este aspecto de la cuestión no debe ser olvidado ya que quizás se sienta gravemente herido como persona al darse cuenta de que ha nacido porque podí­a ser utilizado, eso sí­, para una causa buena.
Por tanto el nacimiento de Javier, no sólo es una buena noticia, sino que también puede ser una mala noticia.
El juicio moral que cada uno pueda hacer depende ahora, de sí­ uno piensa que hay fines que justifican cualquier medio, o, por el contrario defiende que el fin no justifica los medios.

Lo que escribí­ en 2004: Hermanos para curar (F.J. Ramiro)

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Comments 17

  1. chipipon says:

    Muchas gracias por la reflexión que aporta en su artí­culo. Realmente ponderada y alejada de todo victimismo barato. Es curioso que las personas a las que cita no sean capaces de ver más allá de lo simplemente técnico para darse cuenta de que casi cualquier hecho humano tiene una vertiente ética.

    En fin, me aterran los nuevos «doctores Menguele» con maquillaje atractivo, tal y como algunos son presentados por los medios de comunicación… «polí­ticamente correctos».

    Saludos y a seguir dándonos qué pensar,

    chipipon

  2. Alberto Rodrí­guez Almeida says:

    Entiendo que en éste, como en cualquier otro caso, debe atenderse a la acción realizada (con todas sus consecuencias) y la finalidad buscada. No he visto a nadie que discuta el fin pretendido. Todos estamos de acuerdo en que la sanación del hermano enfermo es una intención buena.
    Sin embargo, es sorprendente como parece que tantas personas no quieren ver un principio moral tan básico difundido bajo el lema «el fin no justifica los medios». Es como si el afán noble de curar al niño enfermo impidiese ver un principio moral tan básico a unas mentes tan preclaras para la ciencia y la técnica.
    Los mismos médicos que han intervenido han explicado en repetidas ocasiones como han «desechado» 16 embriones. No se pueden eliminar 16 vidas humanas para salvar otra. El fin no justifica los medios.
    Es un caso muy claro de medios no lí­citos para alcanzar un fin bueno. Mucha más elaboración supondrí­a el análisis moral del mismo caso si la técnica permitiese la concepción sin necesidad de «desechar» a otros seres humanos, hermanos del que se pretende salvar. Sin embargo, el planteamiento de la opinión pública está muy lejos de este punto.

  3. Nacho Aldea says:

    Sociedad Anestesiada.

    Me llama poderosamente la atención que lo que produce escandalo es la posición de la Iglesia al respecto de este tema, posición, por otra parte ya conocida por todos, y no produce ningún revuelo el hecho de que se desechen los embriones enfermos.

    Más alla de las posiciones que en conciencia y en función de su ética tome cada uno lo realmente sorprendente es que la noticia no haya producido más debate en la sociedad que responder a este posicionamiento y no antes de emitirse….me recuerda la novela de «Un Mundo Feliz» de Huxley o la pelí­cula «La Isla»

  4. Carlos Ramirez says:

    Este tema del bebé es un caso más del principio moral del «doble efecto» -uno bueno y otro malo- que está discutido y solventado hace mucho tiempo en Teologí­a Moral. Otra cosa es que la «ética» de Marcelo Palaciós y la Moral católica parten de supuestos diferentes. Pero esa es otra cuestión mucho más profunda.

  5. Alberto Baselga says:

    Solo comentar de este tema que me llama la atencion el hecho que se hace un esfuerzo terapeutico para curar a Andres y» se desechan» 16 embriones ,que tambien estan enfermos y nadie habla de ellos,sin hacer ningun esfuerzo por curarlos . Yo me alegro de que Andres se pueda curar y para sus padres es una alegria que no se puede explicar . Creo tambien que la vida de Andres vale todo el oro del mundo igual que la de sus 16 hermanos desechados .

  6. José V. says:

    Me gustarí­a añadir como comentario a este artí­culo, uno escrito por José Apezarena el Lunes 20 de Octubrede 2008 en el Cofindencial Digital, titulado «Pecado de nacer para curar a un hermano»

    Pecado de nacer para curar a un hermano

    Con estas mismas palabras titulaba El Paí­s, el sábado y en portada, una información-comentario sobre el caso del «niño-medicina» sevillano, programado genéticamente para servir de remedio al terrible mal de su hermano, de seis años.
    El titular resulta, desde luego, extremoso porque el recién nacido no ha cometido pecado alguno. Es evidente que el enfoque parece intencionado (mal intencionado, dirí­a yo).
    Porque, ¿cómo no alegrarse de que su hermano tenga la posibilidad de recuperar una salud normal, gracias a los tratamientos que ahora serán viables? Por supuesto que es una magní­fica noticia.
    Y ¿cómo no compartir el alivio de sus padres, que ven resuelto el grave problema que les acogotaba? Sin duda que hay que alegrarse con ellos. Es verdad que la ciencia y la técnica logran cosas increí­bles, de las que parece difí­cil no maravillarse.
    Lo dicho hasta aquí­ es estupendo. Es magní­fico el «qué». Pero no lo es el «cómo» se ha llegado hasta aquí­. La meta conseguida parece un gran éxito; el camino recorrido resulta más discutible.
    Se ha sabido que, para haber dado ví­a libre a la nueva criatura, han tenido que ser «desechados», es decir, creados y destruidos, otros diecisiete embriones.
    Y eso es lo que han explicado los obispos españoles en su última nota: que diecisiete seres humanos en su primer estadio de vida han sido el precio de ese reto médico alcanzado en Sevilla.
    Los obispos (la Iglesia Católica) sostienen que hay vida humana desde el primer instante, y que por tanto la supresión de embriones no es admisible. Como es lo que creen, lo dicen.
    Y hay que reconocer que se necesita cuajo y valentí­a para exponer algo así­ en público, sabiendo que no va a resultar nada «simpático», y que, como respuesta, van a recibir (así­ ha ocurrido) todo tipo de descalificaciones.
    Pero no pueden decir otra cosa. Es más, deben decirla.
    Me pongo también (hipotéticamente, claro) en el lugar de la criatura que acaba de nacer. En el dí­a en que tenga uso de razón, o alcance la mayorí­a de edad, y se entere (no sé si llegarán a contárselo) que el ha venido al mundo, no porque sus padres le quisieran a él, sino porque buscaban salvar al hermano mayor.
    Se enterará de que su nacimiento ha sido una herramienta, un instrumento, un medio, para curar a otro. Un objetivo digno, desde luego, loable, por supuesto, pero en la que él mismo, es decir, el recién nacido, no cuenta: tiene condición de medio, no de fin. No sé qué ocurrirá ese dí­a.
    Se publicaba ayer, en las páginas salmón de El Paí­s, un artí­culo de Thomas L. Friedman titulado «Por qué es importante el cómo». No hablaba de asuntos médicos ni cientí­ficos, sino de la crisis económica, para afirmar: «El cómo hacemos algo lo es todo en los negocios (y en la vida)». Pues eso.

    José Apezarena

  7. JORGE says:

    Hay que dar gracias a Dios por esta nueva vida, que es una persona, y es totalmente inocente de las circunstancias que lo trajeron al mundo.

    Sin embargo, no existe un buen fin que justifique malos medios. Y me refiero a los otros hermanos que fueron descartados por no ser perfectos o no cumplir con los criterios de inclusión (requisitos) establecidos por los doctores mara servir de medicamento para el paciente.

    Gracias y bendiciones.

  8. No existe un «derecho» al aborto, como tampoco existe un «derecho» a ser sometido a eutanasia. Solo existe la voluntad de los hombres a crear falsos derechos humanos, para satisfacer a intereses ideológicos de algunas minorí­as muy influyentes. Malik luchó por incluir el derecho a la vida en la Declaración Universal de los derechos humanos, y fueron los intereses polí­ticos de una nación entonces dominada por el marxismo que lo impidieron; como ahora lo son otros de diferente ideologí­a quienes promueven el aborto. Siempre ha sido igual, siempre el mal ha luchado contra el bien. Pero el Bien no pierde batallas.

  9. José Luis says:

    ¿qué es lo que dificulta a determinadas personas ver que un grupo de células es realmente una persona? ¿por qué hay posturas que consideran a ese grupo de células persona, y por tanto merecedoras de un respeto, y a otras simplemente un aglomerado de moléculas quí­micas que, sencillamente hay que usarlas.

  10. fjr says:

    Me parece que se pueden distintinguir dos niveles:
    . ¿es biológicamente un individuo humano? a estas alturas de la ciencia pocos lo discuten?
    . ¿todo indiví­duo humano es persona? No se ve cómo no podrí­a serlo.

    Y también hay dos posturas:
    . pensemos qué es el bien y procuremos obrarlo
    . no pensemos, sino que lo que nos interesa llamémoslo bien

  11. Ana Martins says:

    Boa Noite!
    Acho fantastico os avaní§os da medecina, gostaria de saber mais pois tenho um primo com leucemia e a mí£e gostava de engravidar para ajudar o filho.
    Aqui, em Portugal ní£o se sabe muito sobre este tema e os médicos ní£o nos informam.

    Ana

  12. Raquel Perez Ramino says:

    La ciéncia puede hacer muchas cosas, y su deber es investigar para poder hacer muchas cosas más. El deber de la sociedad es valorar si lo que hace la ciéncia es correcto. La ciencia permite hacer el diagnóstico preimplantacional, por lo que permite a una pareja escoger qual de las combinaciones entre los óvulos de la madre i los espermatozoos del padre es la que necessitan para salvar a su primer hijo.

    La pareja probablemente habrí­a, o no, tenido otro hijo igual. Será igualmente su hijo, y probablemente lo querrán igual. La naturaleza podrí­a haver escogido esta combinación cómo la siguiente, o quizá no. Si no se pudiera hacer ciencia, el resultado de la vida de este niño hubiese sido al azar. Nadie plantea si el transplante de médula es ético, pero escoger al próximo hijo para poder hacerlo, esto sí­ que es un problema ético. Yo creo que esta práctica tiene que estar evidentemente muy controlada, pero que igualmente, si se puede salvar a una vida sin matar a otra, sinó dando vida a otra, está bien.

  13. Amparo says:

    Estoy interesada en participar como voluntaria de laboratorio en ensayos de doble ciego, pero no se donde puedo dirigirme.

    Vivo en Valencia, España, me pueden orientar.

    Gracias

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