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¿Es razonable el aborto por violación?

La violación de una mujer es una acción tan execrable que provoca un deseo de acción inmediata. Por eso es comprensible una reacción que busca volver a la situación anterior a la agresión, o hacer desaparecer sus efectos.

En este sentido es comprensible reclamar acciones de protección frente a violencia de este tipo, la persecución más decidida del agresor, o un endurecimiento de las penas para los culpables.

Desgraciadamente hay efectos muy difí­ciles de paliar: el rechazo ante la relación sexual, el miedo, la pérdida de autoestima, o el complejo de culpabilidad, pueden ser consecuencias difí­ciles de superaraún con la ayuda profesional de sicólogos.

Uno de los efectos, muy poco frecuente, de la violación puede ser el embarazo. Aunque las cifras son variables, en España, donde está permitido el motivo de violación para la interrupción del embarazo, en los tres últimos años (2008-2011) la porcentual ha sido del 0,02 %, es decir, de cada 10.000 abortos realizados, dos se han justificado por motivo de violación.

Aunque pequeña, la posibilidad existe. ¿Qué hacer en este caso? Hay tres caminos:

  1. Llevar adelante el embarazo, y reconocer el niño como propio aceptando su crianza. El efecto negativo de esta decisión es que el fruto de las entrañas ha sido producido con violencia. La visión permanente del niño, podrí­a recordar la agresión sufrida. Como efecto positivo está la posibilidad de desarrollar la maternidad que siempre es un factor de desarrollo personal.
  2. Llevar adelante el embarazo, dando el niño en adopción. El efecto negativo y el positivo de la situación anterior están atemperados. También es cierto que la duración del embarazo puede ser un camino para tomar la decisión de crianza o adopción.
  3. Recurrir a interrumpir el embarazo acabando con la vida del niño no deseado.

 

En nuestra cultura que gusta de decisiones rápidas para terminar con los problemas, la tercera opción parece la más razonable porque se puede resolver en poco tiempo, y parece que resuelve la crisis que se habí­a planteado. Pero esto no es así­.

La persona violada ha sido ví­ctima de una agresión. Cuando se opta por el aborto, es esta misma persona quien elige llevar a cabo una acción que va a acabar con la vida del ser humano que lleva en su seno. Pasa de ser ví­ctima a ser agente de la decisión de abortar. Además esta decisión no se puede retractar. Un niño se puede dar o no en adopción, pero cuando se aborta no se puede recuperar esa vida.

No hay que confundir la rapidez con la que se puede llevar a cabo un aborto, y desaparecer el embarazo, con la extinción de las consecuencias de ello. Esa persona sabrá siempre que fue ella quien tomó esa decisión y por tanto que fue responsable del aborto. Que le de más o menos importancia, o que le afecte sicológicamente o no, dependerá de muchos factores. Pero el aborto ya no será atribuible al violador sino a la persona que decidió sobre ello.

Por este motivo me parece que el aborto no sólo no se justifica por la violación, sino que añade a un mal otro mal. Aprobar este tipo de aborto, como se acaba de hacer en Argentina, es una decisión que lejos de favorecer a la mujer, le empuja otra situación más complicada. En cambio la sociedad deberí­a ayudar a la persona violada con una mayor comprensión y los soportes sociales para no ser discriminada y para ser apoyada en sus nuevas necesidades.

 

 

 

 

 

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