La pregunta tiene una segunda parte: ¿alguien que razona como un fascista puede seguir siendo considerado un demócrata?
No quiero aquí descubrir interioridades de personas, ni atribuirles ninguna mala intención, ¡lejos de mí! Pero sí me parece interesante llamar la atención sobre ciertos tipos de expresiones o razonamientos en líderes sociales, que reflejan una falta de aceptación de la libertad de pensamiento de los demás, y la negación de su derecho a manifestarlo.
Se suele tratar de razonamientos que suelen tener una armazón lógica dentro de ellos, pero que parten de principios falsos
Un ejemplo:
Pizarro ve una «provocación intolerable» el acto de protesta y pide a Arenas que la desautorice
Razonemos:
- El evento es una manifestación en la calle, solicitada por dos asociaciones reconocidas por la ley
- Es calificada de «provocación intolerable»
- Pero, ¿es intolerable que unas asociaciones legales manifiesten que no están de acuerdo con un proyecto de ley, cuando lo hacen en la ciudad natal de la promotora de ese proyecto?
- Si piensa que en verdad es intolerable, es decir que no se puede actuar con tolerancia frente a esta disensión, entonces las conclusiones que propone el líder social le parecerán coherentes: llamada a que otros líderes sociales también la desautoricen, y que en caso de que se realice sea en otro sitio.
- Pero quizá también se puede pensar que uno puede disentir donde quiera, y que si alguien se molesta porque en su pueblo se le niegue la razón, será porque considera su pueblo como su cortijo, en el que sólo entra quien uno quiere. Y que además se trata de un principio inalienable: la libertad de pensamiento y expresión.
Por eso es tan importante tener cuidado con las palabras que uno utiliza. O a lo mejor con lo que hay que tener cuidado es con los pensamientos que uno se hace.
Un desarrollo visual de esta idea se puede ver en la película La ola